40 años desde que se notificaron los primeros casos de Sida, el VIH no deja de ser un asunto de salud pública global. Actualmente, el mundo está lejosde cumplir el compromiso compartido de acabar con el Sida para 2030, no por falta de conocimientos o herramientas para vencer elvirus, sino por desigualdades estructurales que obstaculizan las soluciones comprobadas para la prevención y el tratamiento del VIH.
Además de ser fundamental para acabar con el Sida, abordar las desigualdades promoverá los derechos humanos de las poblaciones clave y las personas que viven con VIH, hará que las sociedades estén mejor preparadas para vencer al COVID-19 y otras pandemias, y respaldará la recuperación y la estabilidad económica.
Cumplir la promesa de abordar las desigualdades salvará millones de vidas y beneficiará a la sociedad en su conjunto.