Hace 30 años, gobiernos de todo el planeta llegaron al consenso de que la salud y los derechos reproductivos son piedras angulares del desarrollo mundial. Este acuerdo pionero allanó el camino a tres decenios de avances. Desde entonces, la tasa de embarazos no intencionales ha retrocedido en casi un 20% a nivel global. La cifra de mujeres que recurren a métodos anticonceptivos modernos se ha duplicado. Hoy en día, se han promulgado leyes contra la violencia doméstica en al menos 162 países y las muertes maternas se han reducido en un 34% desde 2000.
Si queremos hacer realidad la promesa de salud y derechos sexuales y reproductivos universales suscrita durante la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de El Cairo, está claro lo que se debe hacer: cortar de raíz las desigualdades en los sistemas sanitarios y las políticas y priorizar a las mujeres y la juventud que sufren más marginación y exclusión.