En Colombia, las parteras y parteros tradicionales étnicos son más que proveedoras de salud: son guardianes de conocimientos ancestrales, pilares culturales y defensoras de los derechos de las mujeres y sus familias. La partería tradicional cumple un rol vital en el cuidado de las mujeres durante su embarazo, parto y posparto, y en el bienestar de los recién nacidos en sus comunidades.
Mamá Tere
“Mi trabajo y mi vida es ser partera, mi día a día, de madrugada a madrugada, es acompañar y ayudar. Hoy, a mis 75 años, he traído unos cinco mil bebés y ayudado a salvar la vida de muchas mamás y de muchas personas. Lo hago por amor a las mujeres, a los bebés y a mi comunidad”.
Teresa Vásquez, conocida en su comunidad y en la región como "Mamá Tere", es una partera de Tumaco, en el departamento de Nariño, Colombia, fundadora de La Cigüeña, una asociación de parteras que hoy reúne alrededor de quinientas parteras, parteros, aprendices y sabedoras. A lo largo de su vida, ha atendido miles de partos, dedicándose con amor y sin remuneración económica. Su labor es vital en comunidades donde no hay un servicio de salud disponible o en donde el acceso es muy limitado por múltiples barreras incluyendo las relacionadas con el conflicto armado.
Según el Instituto Nacional de Salud, en 2024, Nariño registró 10 muertes maternas, es decir, una razón de mortalidad materna de 88.5 muertes por 100 mil nacidos vivos. Esto es casi el doble de la mortalidad materna nacional, 43.8 muertes por 100 mil nacidos vivos.
“Empezamos a organizarnos porque veíamos muchas muertes maternas, y muchos bebés quedaban solitos. Cuando se muere una mamá, eso no queda ahí; se quedan seis, siete hijos con quién sabe qué destino. Yo sigo siendo partera y lo seré hasta el último día, para evitar esas muertes, para cuidar la vida y mi territorio”.
Si bien Colombia ha mostrado un progreso importante en el descenso de la mortalidad materna, con una reducción del 37% entre 2007 y 2022, estos avances han sido inconsistentes y desiguales. Las persistentes disparidades en el acceso y la calidad de la atención afectan mayormente a las adolescentes y mujeres más pobres, en zonas rurales y en situaciones de crisis humanitaria por conflicto armado, eventos naturales o migración, impactando principalmente a pueblos y comunidades étnicas. La razón estimada de mortalidad materna del país en 2024 fue la menor históricamente, sin embargo, estas cifras siguen siendo más altas en regiones apartadas (los departamentos con la mayor mortalidad materna fueron Chocó, Vichada, Vaupés, La Guajira y Putumayo).
Es esencial salvaguardar, reconocer y apoyar la labor de parteras como Mamá Tere. La partería es vital para las jóvenes y mujeres durante su embarazo, parto y posparto, para sus hijos e hijas y sus comunidades. Es necesario avanzar en la articulación entre las parterías tradicionales étnicas y los sistemas de salud, protección, justicia, registro y estadísticas, mediante diálogos de saberes respetuosos y auténticos, y adecuaciones interculturales institucionales.
Laura, joven aprendiz de partería
“Como jóvenes, es importante que no se pierda la partería, porque es fundamental conocer lo que está en nuestro territorio, en el Pacífico. Para mí la partería es una experiencia única; la partería es bonita”.
En Tumaco, Nariño, la partería también es vital para empoderar a las jóvenes y prevenir la violencia basada en género. Laura es una aprendiz de 19 años. En La Cigüeña, las aprendices son, principalmente, nietas o hijas de las parteras y parteros que acompañan y observan para aprender.
“Aquí las jóvenes viven mucha violencia, especialmente las niñas menores de edad. Lo que queremos con la partería es sacar eso adelante, que las niñas no vean que están como en una jaula. La partería lo que ayuda es a que tengamos en cuenta que hay personas que nos apoyan, que están ahí para ayudarnos”.
El rol de las parteras es fundamental, teniendo en cuenta las altas cifras de violencia por razones de género en Nariño. Según SIVIGILA
[1], al 31 de octubre de 2024, se registraron 3.144 mujeres víctimas de VBG, siendo el 79% del total de casos registrados a nivel departamental. Es decir, aproximadamente 11 mujeres sufrieron alguna forma de violencia de género cada día en Nariño. Así mismo, se registraron 344 mujeres indígenas y 397 mujeres afrodescendientes víctimas de VBG.
Las parteras y parteros pueden contribuir a transformar las normas sociales y de género que sostienen las VBG, incluidas prácticas nocivas como la mutilación genital femenina, los matrimonios infantiles y las uniones tempranas. Su labor promueve el cuidado, la garantía de derechos y la autonomía de niñas, adolescentes y mujeres, además de facilitar redes de apoyo y acompañamiento en contextos de violencia.
Las parteras y parteros contribuyen al bienestar integral de las mujeres, familias y comunidades en Colombia, en armonía con el respeto a la diversidad cultural, dando esperanza en sus territorios. En UNFPA, trabajamos de la mano con la institucionalidad, agencias de cooperación, asociaciones y redes de parteras, organizaciones en el territorio y sociedad civil, contribuyendo a la salvaguarda de la partería tradicional étnica, y reconociendo su aporte a la garantía de los derechos sexuales y los derechos reproductivos, la salud materna y perinatal, y la prevención de las violencias basadas en género.
Nota final:
En 2016, el Ministerio de Cultura de Colombia declaró la partería tradicional afro como patrimonio cultural inmaterial de la nación. En 2023, la UNESCO declaró las parterías, en sus diversas modalidades, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.