Usted está aquí

 

 

En medio de las crisis surgen poderosas experiencias de mujeres que enseñan con su ejemplo a superar la adversidad. Es el caso de Marlyng Varguillas, una migrante venezolana  que convirtió cada problema en una oportunidad, cada aprendizaje individual en práctica colectiva, cada logro material en goce social. Para ella hay un antes y un después de participar en los programas que tiene el Fondo de Población de Naciones Unidas  -UNFPA- en la frontera colombo – venezolana.

 

Marlyng, al igual que miles de mujeres del vecino país, migró a Colombia buscando horizontes que le permitieran resolver su angustiante situación, pero ella, además de querer resolver sus problemas económicos, tenía un pálpito, sabía que esta decisión cambiaría su vida para bien. Al principio, cuando llegó en el 2017 a Saravena- Arauca, cruzando sin papeles por trochas -o pasos irregulares- la frontera, no parecía algo posible tener otras opciones, incluso estuvo a punto de caer en redes que trafican con los cuerpos de las mujeres. Para esta lideresa la prostitución no fue una opción,  por eso rompió el lazo que la ataba a su compañera de aventura y se dedicó a vender una amplia gama de mercancía y servicios domésticos; ella tenía la decisión no solo de no volver a pasar hambre y ofrecer un mejor futuro a sus pequeños, sino la de poder ayudar a otros y otras compatriotas.

 

“…Los primeros dos días ella me hizo unas propuestas que a mí no me gustaron y simplemente me fuí, ella por su lado y yo por el mío…me quedaba en El Nula, un pueblo en el lado Venezolano y me venía todos los días temprano en la mañana, traía cosas para vender, panes, tortas, cosas así… siempre con mi bebé que tenía 6 meses, a veces se me hacía tarde y tenía que regresar por ese río a las 6- 7 de la noche y caminar por las haciendas, eso es bastante peligroso, es una zona donde hay gente armada”. Comenta Marlyng.

 

Según datos recopilados en el informe ¿Qué dicen los números sobre la trata de personas en contextos migratorios en Colombia? del Observatorio del Proyecto Migración Venezuela y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), desde 2015 hasta 2019, el número de víctimas de trata de personas identificadas en Colombia aumentó un 23%. Solamente al 4 de mayo de 2020, las víctimas extranjeras en modalidad de trata de personas externa superaron en un 20% al total de víctimas extranjeras en la misma modalidad en todo 2019. Por cada hombre que es víctima de trata de personas hay al menos 3 mujeres migrantes víctimas de este delito. Además, 63% de las mujeres que son captadas tienen entre 10 y 30 años de edad.

 

Yendo y viniendo, Marlyng conoció gente de cada lado de la frontera, con su empatía y disposición de ayuda se ganó la confianza de las personas, al punto que le ofrecían un lugar donde quedarse a descansar en esos días en que las ventas no eran buenas y no podía regresar a casa. En su trasegar iba autodescubriendo su liderazgo y fortaleza, cada día se se fortalecía su deseo de ayudar a más personas, la conmovía la mirada triste pero esperanzada de otros migrantes.

 

De esta manera volvió a Venezuela, pues allí estudiaba una carrera profesional, Producción Agroalimentaria, le faltaba solo un año y había tenido que dejar a dos de sus tres hijos en distintas casas de familiares, pero no había trabajo, así que con unos pocos recursos migró con la intención de quedarse definitivamente en Colombia.

 

Las personas que había conocido mientras vendía la ayudaron, tal sería el aprecio que le tomaron que una señora le ofreció un lote para cuidarlo sin pagar arriendo por casi un año, “una me regaló una cocinita, otra un colchón y así hasta que reuní lo suficiente para mudarnos, fue un proceso bastante bonito para mi porque tuve la oportunidad de ayudar a muchas personas”. Marlyng nunca olvidó las dificultades por las que había pasado y por eso empezó a ayudar a muchos de sus compatriotas, a los que no tenían donde dormir se los llevaba para su hogar, hasta 26 personas llegó a hospedar en el lote.

 

Con esta experiencia Marlyng se fue haciendo conocida, otras mujeres se acercaban a ella y le contaban sus historias de maltrato y violencias. Fue cuando conoció sobre el Fondo de Población de las Naciones Unidas -UNFPA-, en Saravena, Arauca, donde está uno de los dos espacios seguros que hay en el departamento, “…ellos estaban haciendo un programa para mujeres víctimas de maltrato, como yo tenía en la casa una chica que era maltratada por su pareja, y ella era muy temerosa, entonces decidí inscribirme en el programa para acompañarla. La chica solo me acompañó al primer encuentro, pero las personas que estaban encargadas del programa me dijeron que si quería formar parte de las lideresas y dije que sí”.

 

Los espacios seguros promovidos por el UNFPA, son lugares en los que niñas, adolescentes y mujeres se sienten física y emocionalmente protegidas y donde se realizan actividades que les permiten socializar y reconstruir redes sociales. Allí reciben apoyo psicosocial, refuerzan capacidades que les permiten enfrentar situaciones de violencia basada en género (VBG) y obtienen información sobre temas relacionados con los derechos de las mujeres, la prevención de VBG, la salud y los servicios disponibles[1]. Esto a Marlyng le interesó y le pareció útil ella sobrevivió al abuso, a la violación en su propia humanidad y sabía que el maltrato también se daba de manera psicológica e intuyó que estas experiencias podría utilizarlas para ayudar a otras mujeres.

 

Esta mujer migrante se involucró en todo, empezó a desarrollar su liderazgo, ese que como ella dice, tenía dormido. Comenzó a buscar mujeres que han sobrevivido o estaban pasando por situaciones de violencia, puso en práctica lo aprendido y también se llenó de conocimiento a través de las experiencias de otras personas. “En el proceso con UNFPA he aprendido a ser yo misma, a decir lo que pienso, lo que siento, a hacer valer mi pensamiento... tenía una personalidad reprimida en mi”.

 

Ahora, Marlyng organiza charlas, planea actividades para hacer conciencia en la comunidad sobre lo dañina que es la violencia basada en género e incluso la buscan para apoyar actividades  locales. Tiene un grupo de 13 mujeres, todas con diferentes cualidades y UNFPA les asesora con profesionales en VBG y en salud sexual y reproductiva. Asimismo, elevó su autoestima, le gusta sentirse reconocida y apreciada por su trabajo y el servicio que presta a la comunidad. En su proyecto de vida está formar una cooperativa o una fundación; por eso, viajó a Venezuela para traer sus papeles y hacer una carrera en Colombia, pero lamentablemente el no tener todos los documentos y la falta de recursos, no le han permitido completar los requisitos para estudiar y recibir su título oficial. Aunque esto la deprimió, pudo recuperarse y continuar con mayor entusiasmo en UNFPA; en medio de la pandemia, ella sigue apoyando a mujeres sobrevivientes de VBG que la buscan porque otras personas la han referenciado, ella les indica las rutas y algunas veces presta su teléfono porque muchas no cuentan con uno para pedir ayuda, su labor es fundamental para salvar vidas, “43.868 casos de violencia de género e intrafamiliar, han sido notificados a lo corrido del 2020. Situación que contrasta con el aumento de un 175% en el número de llamadas por violencia intrafamiliar a la línea de emergencias 155”[2].

 

En su deseo de ayudar integralmente a las mujeres, otro tema que Marlying considera muy útil, especialmente a las jóvenes, es la del cuidado reproductivo y la salud sexual. Ella misma reconoce que no planeó sus embarazos, no tenía medios ni la información que tiene ahora, y de haber tenido la oportunidad de hacerlo seguramente las cosas serían mejores en su vida. “Nosotras con UNFPA recibimos charlas sobre eso- dice Marlying-es importante hablar sobre métodos anticonceptivos, pensar en el futuro, planificar, esperar el tiempo adecuado para hacer las cosas…”

 

A octubre de 2020, 1.500 personas han participado en las jornadas informativas y de sensibilización sobre salud sexual y reproductiva realizadas por el equipo de Respuesta Humanitaria de UNFPA Colombia; 2.600 mujeres han sido beneficiarias al tener acceso a la colocación del método anticonceptivo de larga duración (implante subdérmico).

 

Marlyng, piensa en todo lo que necesitan las mujeres, pero tiene claro que no podría ayudar a otras si no hubiese hecho el proceso de perdonarse, amarse y valorarse a sí misma, “actualmente me miro al espejo y me siento muy orgullosa de la mujer que soy, me digo a mi misma Marlyng, gracias por dejarte cambiar, por dejarte llevar, gracias porque me gustas más como eres ahora, y eso se lo debo a este programa, se lo debo a UNFPA, creo que en mi vida hay un antes y un después de llegar a UNFPA, y quisiera poder seguir adelante, poder seguir haciendo este trabajo tan hermoso con la mujeres comunidad y poder poner en alto el nombre de mi país primeramente”.

 

¡I want to read this story in english!

 

 

[1] UNFPA Colombia.- Experiencia Espacios Seguros Colombia.

[2] CPEM. (2020). Quinto Boletín sobre la atención de líneas de atención telefónica a mujeres en el contexto de medidas de aislamiento preventivo por Coronavirus en Colombia. Recuperado de: http://www.equidadmujer.gov.co/oag/Documents/linea-155-boletin-5.pdf