Usted está aquí

Soy María Emilse Castillo, tengo 57 años. Mi familia y yo tuvimos que irnos de Bogotá porque mi hijo consumía y vendía drogas. Un día nos amenazaron y nos dieron 48 horas para salir de la ciudad, así que nos fuimos a una vereda en Arauca. Allí trabajábamos y teníamos animalitos, pero una tarde llegaron actores armados y nos dijeron que teníamos que desaparecernos de ahí o nos mataban. Nuevamente agarré a mi familia y salí para el municipio de Arauca. Empezamos a luchar por sobrevivir.

Además de sufrir los desplazamientos y los problemas con mi hijo drogadicto, mi compañero me daba una vida cruel. Yo no sabía que estaba siendo víctima de violencia intrafamiliar y abuso por parte de mi esposo, a mí me enseñaron que las mujeres debíamos callarnos y soportar todas estas cosas. Un día le conté mi historia a una doctora (Eliana), ella me brindó asesoría y me llevó a un grupo con otras mujeres, donde volví a ser persona, aprendí a reconocer mis derechos y a saber que no estaba sola. 

Me fui fortaleciendo, y en el 2016 creamos una asociación sin ánimo de lucro para ayudar a otras mujeres y replicar con ellas todo lo que habíamos aprendido en varios espacios. A través de mi proceso aprendí a amar lo que hago, y he logrado muchas cosas a nivel personal y colectivo.

Actualmente soy la Coordinadora de la Mesa de Víctimas y Profesionales, soy la presidenta del Comité de Paz del Municipio y represento a las mujeres en el Consejo Departamental de Paz. Combino el trabajo contra la violencia sexual con el trabajo por las mujeres.

Gracias a los espacios que se generan en favor del empoderamiento de las mujeres, a la doctora (Eliana) y a Alejita, resurgí como el ave fénix. Es importante aprender a amarnos, saber que somos importantes para la sociedad y trabajar entre todas para seguir ayudándonos.