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  • En Colombia persiste la más grave y prolongada crisis humanitaria de América Latina, que ha afectado la vida de millones de personas, especialmente de mujeres, adolescentes y niños/as. Para 2015 habrá 4.8 millones de personas con necesidades humanitarias causadas por desastres naturales y por el conflicto armado interno. El país ocupa, además, el segundo lugar en número de desplazados internos en el mundo (6.044.200 personas), después de Siria (7.600.000 personas).
  • Con la aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la proximidad de la Cumbre Humanitaria Mundial de 2016, ha llegado el momento de actuar y replantear la acción humanitaria, otorgando un lugar preponderante a la salud y los derechos de las mujeres y las niñas.
  • Las crisis exponen a adolescentes y mujeres a mayor riesgo de abuso y explotación sexual, violencias, embarazos no deseados, partos prematuros y no atendidos por personal calificado, abortos espontáneos e infecciones de transmisión sexual (ITS) como el VIH/Sida.

 

Bogotá, 2 de diciembre de 2015. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), presentó su informe «Estado Mundial de la Población 2015: un refugio en la tormenta. Una agenda transformadora para niñas y mujeres en un mundo proclive a la crisis» en Bogotá, ciudad que sirvió de sede al lanzamiento en América Latina y el Caribe.

En el evento, que tuvo lugar en el Planetario Distrital de Bogotá, el Director Regional del UNFPA para América Latina y el Caribe, Esteban Caballero, dio a conocer los casos y cifras que sustentan la importancia crítica de atender y proteger en forma prioritaria los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes, en situaciones de emergencia, tanto a nivel global como en la región latinoamericana.

El Representante de UNFPA para Colombia, Jorge Parra, y el Coordinador Residente y Humanitario de ONU en Colombia, Fabrizio Hochschild, señalaron la necesidad de atender de manera diferencial y prioritaria a las niñas, adolescentes y mujeres que hoy viven en zonas de conflicto armado o desastres naturales, donde el embarazo adolescente es tres veces mayor y las mujeres gestantes mueren de 4 a 8 veces más que en otras zonas del país no afectadas por crisis humanitarias.

Las voces de tres mujeres provenientes de territorios en los que se vive situaciones de emergencia compleja -como el caso del Chocó- y concreta -como el caso de Cúcuta-, fueron las protagonistas del diálogo entablado con la periodista Claudia Palacios. Estas mujeres, que  vienen liderando procesos de recuperación y restitución de derechos de mujeres afectadas por el conflicto armado, compartieron sus experiencias de afectación directa por el conflicto, pero también de resiliencia y liderazgo.

Rosalba Cabrera, enfermera emberá, funcionaria de la Secretaría de Salud del departamento del Chocó y referente indígena en el trabajo con parteras, expuso las tareas que están pendientes en la mitigación de las necesidades de la mujeres indígenas del Litoral de San Juan. En primer lugar, “las entidades responsables de la salud, deben ponerse la camisa”, pues la atención en salud para las comunidades indígenas sigue siendo precaria o inexistente. Los hospitales y centros de atención médica se encuentran en cabeceras municipales a las cuales las mujeres gestantes y en procesos de parto no logran llegar por las distancias y los costos de los múltiples medios de transporte que deben usar para llegar.” De otro lado, Rosalba hace un llamado a las distintas autoridades de salud pública, a combinar la salud occidental –muy fuerte en la teoría- y la salud tradicional -fuente invaluable de saberes empíricos-, en la atención a partos de las mujeres indígenas. Ella misma, como enfermera, ha sido testigo de casos exitosos de partos que no podían ser atendidos por médicos ginecólogos, y lo fueron por parte de parteras tradicionales.

 «La salud no llega a las comunidades. Las mujeres mueren por falta de atención, porque no hay un médico; no les interesa la atención sino los recursos». Rosalba Cabrera.

Martha Mora, habitante de Villa del Rosario, Norte de Santander, víctima del conflicto armado y directora de la Fundación Artes Empíricas, habló de la vulnerabilidad de las mujeres y jóvenes en contextos como el de la frontera colombo-venezolana, donde la falta de alternativas laborales para los migrantes de Venezuela y los contrabandistas, ha generado una pobreza tal que hace vulnerables a los jóvenes de sumarse o ser obligados a pertenecer a bandas criminales emergentes. Ella, en un trabajo decidido por evitar la partida de estos jóvenes de sus hogares, se ha dedicado a liderar procesos de reconstrucción del tejido social desde el arte y la poesía, invlocurando a madres cabeza de familia y a instituciones y/o donantes individuales, en la medida de sus posibilidades.

 «Mi odio desapareció con el toque mágico del perdón, cuando pude hablar con ese señor, cuando pude abrazarlo y saber por qué mató a mi marido». Martha Mora.

Yolanda Perea Mosquera, víctima directa del conflicto armado por violencia sexual y hoy miembro de la Mesa Nacional de Víctimas, ha comprendido el efecto positivo de la atención psicosocial, en la medida en que les permite a las mujeres sobrellevar las dificultades, perdonar a sus victimarios y emprender acciones de reparación con otras víctimas, desde posiciones de liderazgo al interior de sus comunidades. Yolanda, si bien no puede regresar a su finca en el Chocó, sí ha desarrollado procesos de reconstrucción del tejido social desde la Corporación de Afrocolombianos “El Pueblo de mi Tierra”, de la cual es fundadora y directora, recaudando donaciones en especie con las cuales atiende necesidades básicas de niños, niñas y mujeres de muy escasos recursos, en zonas vulnerables de Medellín. El testimonio de Yolanda es contundente para entender que se requiere de una visión transformadora para reducir el riesgo y mejorar la prevención, la preparación y el empoderamiento de mujeres y comunidades para sobrellevar la crisis y recuperarse de ella.

Por su parte, Erika García, asesora en respuesta humanitaria del UNFPA, dio a conocer los retos que debe enfrentar la institucionalidad para atender situaciones de emergencia en forma oportuna y adecuada, pues aún su capacidad de respuesta sigue siendo débil. Si bien el país ha comprendido poco a poco las implicaciones de la respuesta a las emergencias causadas en el marco del conflicto armado, los vacíos persisten en términos de conocimiento y voluntad política de las autoridades locales para atender este tipo de crisis desde la perspectiva de las mujeres.

Así, concluyó que es importante que las entidades nacionales y territoriales encargadas de la respuesta a emergencia garanticen el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, incluyendo métodos anticonceptivos y condones, y que se reciban en forma oportuna los recursos asignados desde las autoridades locales y nacionales para la atención médica de las niñas y mujeres afectadas por la crisis.

Conclusiones del conversatorio y puntos clave del informe

  •  Se estima que actualmente hay más de 59 millones de personas desplazadas en el mundo. 200 millones son afectadas anualmente por emergencias y desastres naturales. 100 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, el número más grande desde el final de la II Guerra Mundial.
  •  En un mundo frágil, las mujeres y las niñas pagan un precio desproporcionado. 26 millones de mujeres y adolescentes entre 15 y 49 años están en desventaja y expuestas a riesgos de violencia, embarazos no deseados, partos inseguros, infecciones de transmisión sexual y muchas veces, a ser convertidas en botín o arma de guerra, o sometidas a trata y prostitución.
  •  De los 10 países a nivel mundial catalogados como de mayor afectación por riesgos climatológicos, 5 de ellos están en América Latina y el Caribe (Honduras, Haití y Nicaragua, en primer, tercer y cuarto lugar, respectivamente).
  •  Colombia, país citado en el informe, ostenta la emergencia humanitaria más prolongada y el número de desplazados (6.044.200 personas) más alto del hemisferio occidental, ubicándose en segundo lugar en el mundo después de Siria (7.600.000 personas). Con la existencia de un conflicto armado de más de 50 años de historia y con una alta incidencia de fenómenos naturales como sismos, inundaciones y deslizamientos, la emergencia humanitaria en el país ha sido permanente. Colombia es, junto con Haití, el país de mayor crisis humanitaria de la región.
  •  Millones de mujeres y adolescentes han sufrido las consecuencias del conflicto armado y los desastres naturales en el país, viendo vulnerados sus derechos no solo a una vida digna, sino a una sexualidad y una reproducción decidida, saludable, y libre de violencias y coacción.
  •  En Colombia, la crisis humanitaria tiene doble afectación: el prolongado conflicto y la fragilidad frente a los desastres naturales. Esta emergencia permanente tiene impacto directo en la muerte materna y el embarazo adolescente: en municipios y comunidades afectadas la mortalidad materna es 7.6 veces más alta, y el embarazo en menores de 14 años es el doble que en municipios no afectados.
  •  Es fundamental transformar la acción humanitaria de manera que, además de la atención básica (higiene, alimento, refugio, salud) se garanticen los servicios e insumos necesarios para proteger los derechos sexuales y reproductivos de niñas y mujeres: víctimas invisibles en las emergencias.